El 1 de junio de 2012, a los 30 años de edad, me diagnosticaron cáncer de ovario en estadio IV. Los efectos físicos del cáncer fueron difíciles. Me hicieron entrar prematuramente en la menopausia, pero estaba aun menos preparada para los efectos emocionales, como la depresión que sufrí durante todo el tratamiento. Ahora estoy lidiando con una recaída que me diagnosticaron en septiembre de 2014. Pero esta vez no reaccioné de la misma manera porque soy una persona diferente. Tengo un equipo médico en el que confío, herramientas para el cáncer a mi disposición y, lo que es más importante, sé que no estoy sola. |
Éstas son algunas de las lecciones que he aprendido en mi experiencia con el cáncer.
Habla de forma abierta y franca con el equipo de atención médica.
No estaba preparada en absoluto para entrar en la menopausia a los 30 años. Con mis amigos de 20 a 30 años no podía hablar, y hablar con mi madre o con gente mayor me avergonzaba. Tenía que encontrar la manera de hablar con mis médicos sobre lo que sentía física y emocionalmente. Aunque algunos temas puedan ser difíciles de abordar, si no hablas con franqueza sobre lo que te pasa, el equipo médico no puede ayudarte. Encuentra un método de comunicación que te resulte cómodo. Algunas posibilidades son: por teléfono, por correo electrónico o escribirle notas a mano a tu médico.
Acepta y maneja tu ansiedad.
A veces uno puede sentir ansiedad por pruebas, procedimientos o sucesos de la vida cotidiana. Eso es normal. La ansiedad puede surgir en el momento más inesperado, o puede ocurrir por períodos. Pero siempre hay maneras de afrontarla. El ejercicio, la expresión creativa o hablar con un amigo o terapeuta pueden ayudarte a sobrellevarla. Cuanto más poder le des a tu ansiedad, más poder tendrá.
Decide qué información compartirás.
La mayoría de los pacientes con cáncer probablemente hayan tenido un momento en el que quisieron decir: “No puedo creer que me hayas preguntado eso”. No tienes la obligación de dar ninguna información que te incomode, ni tienes que sentirte culpable por no contestar una pregunta. Puede haber días en que quieras hablar de lo que te pasa y días en que no. A mí me resultó útil tener algunas frases preparadas por si me agarraban desprevenida, por ejemplo: “Hoy es un buen día, gracias por preguntar”, o “Mis médicos me están dando una atención excelente y yo me estoy tomando las cosas un día a la vez”.
En primer lugar, cuídate a ti mismo.
Yo observé varias reacciones en mis amigos y familiares después de contarles que tenía cáncer. En ciertas situaciones, me di cuenta de que me disculpaba por las noticias como si yo hubiera hecho algo malo. Al trabajar con mis terapeutas, aprendí que tenía que empezar por cuidarme a mí misma. Cuando aprendí mecanismos para responder a mis propios sentimientos, pude manejar las reacciones de las otras personas a mi cáncer. Ahora, mi primera prioridad es lo que yo siento y pienso.
Pedir ayuda es un signo de fortaleza.
Cuando me diagnosticaron depresión y tuve que ver a un terapeuta, lo tomé como una señal de fracaso. Pero pedirle ayuda a un amigo, familiar o profesional no es nunca un signo de debilidad. Es simplemente otra manera de cuidarse a uno mismo.
Concéntrate en quién eres hoy.
Al principio, a menudo me encontraba añorando el pasado, la mujer que yo era antes. Anhelaba recuperar mi independencia, mi cabello y mi cuerpo sin cicatrices. Ahora ya no pienso en mí misma antes y después del cáncer. Simplemente me concentro en quién soy. Trata de centrar tu atención en lo que está ocurriendo en tu vida hoy mismo, en quién eres en este preciso instante. Volver a conocerte a ti misma puede ser difícil, pero cuando lo hagas, estoy segura de que verás que eres increíble. El cáncer no te define. Es sólo una parte de tu recorrido.
Más Recursos
Programa para adultos jóvenes de Dana Farber (solo disponible en inglés)
Discurso inaugural completo de Carolyn en la Conferencia de Cáncer en Adultos Jóvenes de 2015 (solo disponible en inglés)
Asociación española de Adolescentes y Adultos jóvenes con cáncer