
Me llamo Beth Fairchild. En mi vida anterior fui artista, madre, esposa, hija y amiga. Actualmente, aunque quizás siga siendo todo eso, he añadido luchadora audaz y defensora de los pacientes con cáncer de seno a la lista de cosas que hacen que yo sea quien soy. Esta es mi nueva vida con cáncer.

El año pasado mi vida era bastante normal. Mi marido y yo éramos dueños de un negocio exitoso. Estábamos criando a nuestra hija y preparándonos para adoptar otra. Yo era feliz en mi vida personal y profesional. Hacía ejercicio todos los días y comía saludablemente. Hasta que apareció el cáncer.
Después de meses de malestar intestinal y falta de energía, mis médicos descubrieron que tenía los ovarios del tamaño de dos toronjas y en riesgo de reventar. Me los tuvieron que sacar porque tengo antecedentes familiares de cáncer (a mi madre le diagnosticaron cáncer de seno a los 44 años y mi abuela paterna ya estaba muerta y enterrada a los 33). Opté por una histerectomía total. Mi cirugía fue el día siguiente al Día de la Madre. Las muestras de tejido se enviaron a patología y dos días después me informaron que tenía cáncer de seno.
Nadie quiere oír esa palabra que empieza con “c”. Jamás. Pero me diagnosticaron carcinoma lobulillar en estadio IV con metástasis a los ovarios, las trompas de Falopio, el útero, el cuello uterino, la parte superior de la vagina, el omento y el líquido que rodea todo esto. Aunque no soy médica, sabía que lo de estadio IV no era una buena noticia. Me explicaron que había tratamientos disponibles pero no una cura y que, incluso con tratamiento, alguien como yo, según las estadísticas, viviría aproximadamente dos años. Si eso es correcto, me quedan unos 12 meses de vida.
Después del diagnóstico, me fui a morir a mi casa. Estaba en agonía por el dolor de la operación y la cabeza me daba vueltas. No podía ver más allá de ese momento. Pero las cosas mejoraron. Día a día. Mi cuerpo sanó. Recobré la fuerza. Aguanté 18 semanas de quimioterapia, ¡y la sobreviví! Tenía 34 años, estaba posmenopáusica, calva y con cáncer terminal, pero seguía viva y VIVIENDO. Me propuse volver a tomar el control de mi vida.
Soy una mujer ambiciosa. Los objetivos me motivan. Cuando tengo una meta, hago lo que hace falta para lograrla. Mis hijos fueron mi primera motivación. Vi el miedo en sus ojos. Aunque no podía garantizarles que todo iba a salir bien, podía mostrarles que no me iba a dar por vencida. Les hablé francamente de mi enfermedad y del tratamiento. Me levanté cada mañana y los llevé a la escuela, incluso los días en que no me sentía bien. Ante todo, era una madre y mis hijos me mantenían en pie.
Mi trabajo también me impulsaba a seguir adelante. Soy artista. Hago tatuajes. Mi marido y yo tenemos cinco estudios y he hecho una carrera en la industria del tatuaje. Mi especialidad es el maquillaje permanente y la restauración de la areola para pacientes con cáncer de mama. Qué ironía, ¿no? Los días que tenía que ver a clientas con cáncer de seno, sabía lo que el procedimiento significaba para ellas, así que salía de la quimioterapia y me iba directamente al estudio para ayudarlas a volver a sentirse enteras. Para mí era algo terapéutico.
Después encontré grupos de apoyo. Quería hablar y estar con otras mujeres como yo. En mi ciudad de Carolina del Norte había varios grupos. Pero yo era la mujer más joven por 20 o 30 años al menos. De ninguna manera quiero minimizar la gravedad del cáncer en las pacientes mayores, pero me resultaba difícil oírlas hablar de no poder ver crecer a sus nietos cuando yo ni siquiera iba a poder presenciar la graduación de mi hija de la escuela secundaria.
Luego, por medio de Facebook, me enteré del grupo de apoyo en línea Young Survival Coalition para mujeres con cáncer de seno en cualquier estadio diagnosticadas a la edad de 40 años o antes. Allí, encontré otro grupo para mujeres con cáncer metastásico de 40 años o menores y di un suspiro de alivio. Ellas me ENTENDÍAN.
Cuando me diagnosticaron cáncer de seno en estadio IV, estaba en el mejor momento de mi vida. El cáncer es una lucha constante en cualquier etapa de la vida, pero las mujeres menores de 40 no sólo tienen que lidiar con las cirugías y los tratamientos, sino también con la carrera, el matrimonio o la pareja. Muchas ya tienen hijos pequeños, pero algunas nunca podrán quedar embarazadas porque los tratamientos hormonales les habrán suprimido los ovarios o, como en mi caso, se los habrán sacado para frenar al cáncer.
Al darme cuenta de los sacrificios que estas mujeres, al igual que yo, hacíamos, la falta de conciencia sobre el cáncer metastásico resultó perturbadora. Yo pensaba que se trataba de una enfermedad rara, pero resulta que no lo es tanto. En nuestra comunidad en línea participan más de 300 mujeres (y el grupo sigue creciendo). Y en Estados Unidos y el resto del mundo hay miles más. Terminé por querer mucho a estas mujeres y sentí que tenía que hacer algo. El trabajo de apoyo y defensa se convirtió en otra manera de mostrarles a mis compañeras que podemos seguir adelante contra viento y marea.
En eventos locales y medios sociales he tratado de difundir el mensaje del poco divulgado cáncer de seno metastásico. Empecé un movimiento en las redes sociales, a través de Facebook, llamado “Stomp Out BC” (“Aplastemos al cáncer de seno”) con la etiqueta #dontignorestageiv (que significa: No ignoremos el estadio IV) creado por METAvivor. Pienso trabajar con METAvivor para recaudar fondos y concienciar a la gente con respecto al cáncer de seno metastásico hasta mi último aliento.
Nadie puede decir con certeza cuándo me llegará el momento, ni si este ladrón de la vida que llamamos cáncer será la causa, pero a menos que ocurra un milagro —y todavía creo en los milagros—, moriré con este cáncer en el cuerpo. Pero eso no significa que el cáncer habrá ganado. No permitiré que me derrote, porque incuso después de mi muerte habrá vida y esperanza.
El legado que dejo seguirá vivo en mi modo de vivir actual, en las lecciones de vida que les enseño a mis hijos, en mi trabajo de apoyo y defensa, y en las palabras que comparto en este y otros foros y grupos. Si puedo informar a un semejante, serle útil a alguien que necesita ayuda, motivar a alguien a ver a un médico o ayudar a salvar aunque sea a una sola persona, entonces habré servido para un bien superior.
Este artículo se publicó originalmente en Critical Mass como parte de la Semana nacional de educación sobre cáncer para adultos jóvenes de 2015. Obtenga más información sobre el cáncer de seno metastásico y el apoyo para mujeres jóvenes con cáncer de seno.
Más Recursos
Young Survival Coalition (solo disponible en inglés)
METAvivor (solo disponible en inglés)
Después de meses de malestar intestinal y falta de energía, mis médicos descubrieron que tenía los ovarios del tamaño de dos toronjas y en riesgo de reventar. Me los tuvieron que sacar porque tengo antecedentes familiares de cáncer (a mi madre le diagnosticaron cáncer de seno a los 44 años y mi abuela paterna ya estaba muerta y enterrada a los 33). Opté por una histerectomía total. Mi cirugía fue el día siguiente al Día de la Madre. Las muestras de tejido se enviaron a patología y dos días después me informaron que tenía cáncer de seno.
Nadie quiere oír esa palabra que empieza con “c”. Jamás. Pero me diagnosticaron carcinoma lobulillar en estadio IV con metástasis a los ovarios, las trompas de Falopio, el útero, el cuello uterino, la parte superior de la vagina, el omento y el líquido que rodea todo esto. Aunque no soy médica, sabía que lo de estadio IV no era una buena noticia. Me explicaron que había tratamientos disponibles pero no una cura y que, incluso con tratamiento, alguien como yo, según las estadísticas, viviría aproximadamente dos años. Si eso es correcto, me quedan unos 12 meses de vida.
Después del diagnóstico, me fui a morir a mi casa. Estaba en agonía por el dolor de la operación y la cabeza me daba vueltas. No podía ver más allá de ese momento. Pero las cosas mejoraron. Día a día. Mi cuerpo sanó. Recobré la fuerza. Aguanté 18 semanas de quimioterapia, ¡y la sobreviví! Tenía 34 años, estaba posmenopáusica, calva y con cáncer terminal, pero seguía viva y VIVIENDO. Me propuse volver a tomar el control de mi vida.
Soy una mujer ambiciosa. Los objetivos me motivan. Cuando tengo una meta, hago lo que hace falta para lograrla. Mis hijos fueron mi primera motivación. Vi el miedo en sus ojos. Aunque no podía garantizarles que todo iba a salir bien, podía mostrarles que no me iba a dar por vencida. Les hablé francamente de mi enfermedad y del tratamiento. Me levanté cada mañana y los llevé a la escuela, incluso los días en que no me sentía bien. Ante todo, era una madre y mis hijos me mantenían en pie.
Mi trabajo también me impulsaba a seguir adelante. Soy artista. Hago tatuajes. Mi marido y yo tenemos cinco estudios y he hecho una carrera en la industria del tatuaje. Mi especialidad es el maquillaje permanente y la restauración de la areola para pacientes con cáncer de mama. Qué ironía, ¿no? Los días que tenía que ver a clientas con cáncer de seno, sabía lo que el procedimiento significaba para ellas, así que salía de la quimioterapia y me iba directamente al estudio para ayudarlas a volver a sentirse enteras. Para mí era algo terapéutico.
Después encontré grupos de apoyo. Quería hablar y estar con otras mujeres como yo. En mi ciudad de Carolina del Norte había varios grupos. Pero yo era la mujer más joven por 20 o 30 años al menos. De ninguna manera quiero minimizar la gravedad del cáncer en las pacientes mayores, pero me resultaba difícil oírlas hablar de no poder ver crecer a sus nietos cuando yo ni siquiera iba a poder presenciar la graduación de mi hija de la escuela secundaria.
Luego, por medio de Facebook, me enteré del grupo de apoyo en línea Young Survival Coalition para mujeres con cáncer de seno en cualquier estadio diagnosticadas a la edad de 40 años o antes. Allí, encontré otro grupo para mujeres con cáncer metastásico de 40 años o menores y di un suspiro de alivio. Ellas me ENTENDÍAN.
Cuando me diagnosticaron cáncer de seno en estadio IV, estaba en el mejor momento de mi vida. El cáncer es una lucha constante en cualquier etapa de la vida, pero las mujeres menores de 40 no sólo tienen que lidiar con las cirugías y los tratamientos, sino también con la carrera, el matrimonio o la pareja. Muchas ya tienen hijos pequeños, pero algunas nunca podrán quedar embarazadas porque los tratamientos hormonales les habrán suprimido los ovarios o, como en mi caso, se los habrán sacado para frenar al cáncer.
Al darme cuenta de los sacrificios que estas mujeres, al igual que yo, hacíamos, la falta de conciencia sobre el cáncer metastásico resultó perturbadora. Yo pensaba que se trataba de una enfermedad rara, pero resulta que no lo es tanto. En nuestra comunidad en línea participan más de 300 mujeres (y el grupo sigue creciendo). Y en Estados Unidos y el resto del mundo hay miles más. Terminé por querer mucho a estas mujeres y sentí que tenía que hacer algo. El trabajo de apoyo y defensa se convirtió en otra manera de mostrarles a mis compañeras que podemos seguir adelante contra viento y marea.
En eventos locales y medios sociales he tratado de difundir el mensaje del poco divulgado cáncer de seno metastásico. Empecé un movimiento en las redes sociales, a través de Facebook, llamado “Stomp Out BC” (“Aplastemos al cáncer de seno”) con la etiqueta #dontignorestageiv (que significa: No ignoremos el estadio IV) creado por METAvivor. Pienso trabajar con METAvivor para recaudar fondos y concienciar a la gente con respecto al cáncer de seno metastásico hasta mi último aliento.
Nadie puede decir con certeza cuándo me llegará el momento, ni si este ladrón de la vida que llamamos cáncer será la causa, pero a menos que ocurra un milagro —y todavía creo en los milagros—, moriré con este cáncer en el cuerpo. Pero eso no significa que el cáncer habrá ganado. No permitiré que me derrote, porque incuso después de mi muerte habrá vida y esperanza.
El legado que dejo seguirá vivo en mi modo de vivir actual, en las lecciones de vida que les enseño a mis hijos, en mi trabajo de apoyo y defensa, y en las palabras que comparto en este y otros foros y grupos. Si puedo informar a un semejante, serle útil a alguien que necesita ayuda, motivar a alguien a ver a un médico o ayudar a salvar aunque sea a una sola persona, entonces habré servido para un bien superior.
Este artículo se publicó originalmente en Critical Mass como parte de la Semana nacional de educación sobre cáncer para adultos jóvenes de 2015. Obtenga más información sobre el cáncer de seno metastásico y el apoyo para mujeres jóvenes con cáncer de seno.
Más Recursos
Young Survival Coalition (solo disponible en inglés)
METAvivor (solo disponible en inglés)