¿Elaine necesita alguien que la cuide? ¡Qué ridículo! Es una mujer muy independiente y valerosa. Sin embargo, como su marido y compañero, tuve que asumir ese papel cuando le diagnosticaron cáncer de seno.
Cuando nos conocimos, en 2005, nos quedábamos despiertos hasta tarde contándonos historias. Me mostraba las cicatrices que tenía en el hombro donde años antes le habían quitado un melanoma. Recuerdo nítidamente sus palabras de aquella noche, me dijo que nada le impediría aprovechar todo lo que pudiera. ¿Estaba yo dispuesto a estar con alguien sin ilusiones ni tiempo que perder? Sí. Ella era la mujer para mí.
Cuando nos conocimos, en 2005, nos quedábamos despiertos hasta tarde contándonos historias. Me mostraba las cicatrices que tenía en el hombro donde años antes le habían quitado un melanoma. Recuerdo nítidamente sus palabras de aquella noche, me dijo que nada le impediría aprovechar todo lo que pudiera. ¿Estaba yo dispuesto a estar con alguien sin ilusiones ni tiempo que perder? Sí. Ella era la mujer para mí.
Luego, en 2007, se enteró de que tenía cáncer de seno y durante un período prolongado se sometió a cirugías y quimioterapia. Las cosas se normalizaron hasta 2012, cuando le informaron que el cáncer de seno había reaparecido y que se había extendido a los huesos, el hígado e incluso las cuerdas vocales. Me lo dijo con un aplomo y una franqueza que a mí me resultaría inconcebible.
Necesitaba encontrar mi manera de ser el proveedor de cuidados. Tenía que ser sincero y valiente, estar disponible y dejar mis intenciones en claro. Me ayudó recordar la noche en que nos conocimos, cuando acepté la realidad de que al cáncer le gustaba esta muchacha. Ahora siento por ella lo mismo que sentí en aquel momento. Y la quiero todavía más. Mucho, mucho más.
De modo que hago lo que sé hacer mejor.
Hubo dos consejos que me resultaron muy útiles. Uno es un “evangelio” en el campo de la oncología: esta es una maratón, no una carrera corta. Así que conviene reservar el aliento, no agotarlo en los primeros 100 metros. El segundo me lo dio una querida amiga. Si se necesita algo que yo no puedo hacer, debo encontrar quién lo haga, sin demora. Es mi responsabilidad como proveedor de cuidados.
Este consejo es muy útil porque desenreda el ovillo de orgullo y el impulso de ser el héroe siempre listo. No soy bueno en todo, estoy muy lejos de serlo.
Elaine y yo llevamos una vida maravillosa juntos: es activa, divertida y social. Jamás aburrida. Tenemos el presente, que parece amplificado por nuestras circunstancias. Podemos encuadrar los hechos sin desesperar. Hemos elegido el camino a la comprensión y la tolerancia.
Estimado lector, puedo oírlo diciendo, “Es fácil decir todo eso, amigo. No es usted el que tiene cáncer”. A lo cual respondo: Sé que tengo suerte. Elaine está aquí conmigo y me siento valiente.
Más Recursos
Alianza de Cuidadores Familiares
Necesitaba encontrar mi manera de ser el proveedor de cuidados. Tenía que ser sincero y valiente, estar disponible y dejar mis intenciones en claro. Me ayudó recordar la noche en que nos conocimos, cuando acepté la realidad de que al cáncer le gustaba esta muchacha. Ahora siento por ella lo mismo que sentí en aquel momento. Y la quiero todavía más. Mucho, mucho más.
De modo que hago lo que sé hacer mejor.
- Preparo comida deliciosa y saludable. Compramos un extractor de jugos para incluir más verduras en nuestra dieta diaria. Mi receta tiene col rizada, remolacha, bayas, zanahoria, apio, manzana, perejil, limón y jengibre.
- Me mantengo informado de su tratamiento. Tomo notas cuando se reúne con su oncólogo y con el enfermero del estudio. Anoto sus citas en mi calendario. Le llevo los medicamentos y el café todas las mañanas.
- Me aseguro de que los dos mantengamos el cuerpo y la mente activa. Hacemos ejercicio juntos, en el gimnasio o en casa. Practicamos meditación de atención plena, yoga y sanación en grupo. Vamos a sesiones de acupuntura. Algunos días son de descanso y hay que cambiar los planes.
- Yo participo en un grupo de apoyo a personas que brindan cuidados. En algún momento fui un miembro nuevo. Ahora puedo consolar a quienes inician este mismo recorrido.
Hubo dos consejos que me resultaron muy útiles. Uno es un “evangelio” en el campo de la oncología: esta es una maratón, no una carrera corta. Así que conviene reservar el aliento, no agotarlo en los primeros 100 metros. El segundo me lo dio una querida amiga. Si se necesita algo que yo no puedo hacer, debo encontrar quién lo haga, sin demora. Es mi responsabilidad como proveedor de cuidados.
Este consejo es muy útil porque desenreda el ovillo de orgullo y el impulso de ser el héroe siempre listo. No soy bueno en todo, estoy muy lejos de serlo.
Elaine y yo llevamos una vida maravillosa juntos: es activa, divertida y social. Jamás aburrida. Tenemos el presente, que parece amplificado por nuestras circunstancias. Podemos encuadrar los hechos sin desesperar. Hemos elegido el camino a la comprensión y la tolerancia.
Estimado lector, puedo oírlo diciendo, “Es fácil decir todo eso, amigo. No es usted el que tiene cáncer”. A lo cual respondo: Sé que tengo suerte. Elaine está aquí conmigo y me siento valiente.
Más Recursos
Alianza de Cuidadores Familiares