
Por Carl Nickerson, originalmente publicado en inglés en octubre, 2015
Hace poco, al salir de mi coche frente a un restaurante latino, un hombre me detuvo. Me habían entrevistado unos días antes durante la radio telemaratón de WEEI-NESN por el Jimmy Fund acerca de mi experiencia con cáncer testicular y había aparecido en el periódico latino “El Mundo” de Boston hablando de la importancia de los exámenes testiculares. “Gracias por la información”, me dijo el hombre, un latino como yo. “Mi médico no me había dicho nada de eso.”
Últimamente he oído eso muchas veces, porque me he propuesto la misión de educar a hombres de color para que ellos mismos se revisen para detectar el cáncer testicular.
Hace poco, al salir de mi coche frente a un restaurante latino, un hombre me detuvo. Me habían entrevistado unos días antes durante la radio telemaratón de WEEI-NESN por el Jimmy Fund acerca de mi experiencia con cáncer testicular y había aparecido en el periódico latino “El Mundo” de Boston hablando de la importancia de los exámenes testiculares. “Gracias por la información”, me dijo el hombre, un latino como yo. “Mi médico no me había dicho nada de eso.”
Últimamente he oído eso muchas veces, porque me he propuesto la misión de educar a hombres de color para que ellos mismos se revisen para detectar el cáncer testicular.
Todo comenzó con un examen físico cuando tenía 18 años. El médico me explicó todos los posibles problemas de salud que hay que chequear en los testículos o su alrededor, incluyendo el cáncer testicular. Esa fue la primera vez que oí hablar de autoexámenes testiculares y nunca olvidé su consejo.
Siempre he llevado un estilo de vida activo: juego baloncesto, levanto pesas, hago snowboarding en la nieve y navego en velero. El año pasado, a los 38 años, empecé a sentir una falta de energía y una fatiga inexplicables. Entonces, durante un autoexamen, encontré un bulto duro en mi testículo derecho y supe que algo no estaba bien.
Después de una ecografía y unos análisis de sangre, el 2 de julio de 2014, los médicos confirmaron que tenía cáncer testicular. Tres semanas más tarde, mi cirujano, el Dr. Steven Chang, me quitó el testículo derecho en Dana-Farber/Brigham and Women’s Cancer Center. Gracias a que lo encontré a tiempo, el cáncer no se había extendido.
En agosto me evaluaron para ver si necesitaba quimioterapia. El día de mi primera cita en Dana-Farber, me hicieron más análisis de sangre y subí a encontrarme por primera vez con mi oncólogo, el Dr. Christopher Sweeney. Cuando miró mis análisis, me dijo que mis marcadores de cáncer habían bajado y que tenía la opción de no recibir quimioterapia. En lugar de esto, seguirían el cáncer con análisis de sangre y ecografías cada varios meses.
A mi padre le diagnosticaron cáncer de colon en 2008 y vi lo que tuvo que pasar con la quimioterapia, así que decidí poner las cosas en manos de Dios y continuar con el seguimiento. Según mi última evaluación, el 20 de noviembre de 2014, ahora estoy libre de cáncer. Por las características de este cáncer, necesitaré seguimiento durante dos años. Hasta el momento, las cosas se ven bien.
Cuando mi padre tuvo cáncer, las noticias nunca salieron de la familia. Después de decidir que no recibiría quimioterapia, no pude dormir por varios días. No podía dejar de pensar en que no quería que mi experiencia fuera como la de mi padre y vivir el resto de mi vida sin que nadie lo supiera fuera de mi familia.
Luego me di cuenta de que tal vez parte de la razón por la que me salvaba de la quimioterapia es que debía cumplir un propósito en la vida. Tenía que estar ahí para mostrarles a otros lo que mi médico me había mostrado a mí cuando tenía 18 años. Si no hubiera sido por él, quizás no hubiera detectado mi cáncer a tiempo.
Quiero que todos los hombres y todas las madres solteras con hijos varones sepan que esto está afectando duramente a los hombres negros, a los latinos y a los de otras minorías, como yo. Existe cierto machismo entre los hombres latinos. Aunque sientan que algo no está bien, prefieren ignorarlo por temor a ser emasculados. Yo quiero derribar ese muro y educar a la gente. Siempre que estoy con un grupo grande de hombres, ya sea en la cancha de baloncesto o en la peluquería, hablo de esto.
Ese enfoque en la educación también forma parte de mis objetivos profesionales. Estoy estudiando para ser planificador financiero. Quiero contribuir a que los hombres de color estén mejor informados en cuestiones económicas y de salud. La tarea de difundir información en esta comunidad de hombres tal vez no sea fácil, pero como decía mi padre: “La montaña no viene a ti, tú tienes que ir a la montaña. Y cuando llegues, tienes que subir un escalón a la vez”.
Más Recursos (solo disponibles en inglés)
Cáncer Testicular – Instituto Nancional del Cáncer
Siempre he llevado un estilo de vida activo: juego baloncesto, levanto pesas, hago snowboarding en la nieve y navego en velero. El año pasado, a los 38 años, empecé a sentir una falta de energía y una fatiga inexplicables. Entonces, durante un autoexamen, encontré un bulto duro en mi testículo derecho y supe que algo no estaba bien.
Después de una ecografía y unos análisis de sangre, el 2 de julio de 2014, los médicos confirmaron que tenía cáncer testicular. Tres semanas más tarde, mi cirujano, el Dr. Steven Chang, me quitó el testículo derecho en Dana-Farber/Brigham and Women’s Cancer Center. Gracias a que lo encontré a tiempo, el cáncer no se había extendido.
En agosto me evaluaron para ver si necesitaba quimioterapia. El día de mi primera cita en Dana-Farber, me hicieron más análisis de sangre y subí a encontrarme por primera vez con mi oncólogo, el Dr. Christopher Sweeney. Cuando miró mis análisis, me dijo que mis marcadores de cáncer habían bajado y que tenía la opción de no recibir quimioterapia. En lugar de esto, seguirían el cáncer con análisis de sangre y ecografías cada varios meses.
A mi padre le diagnosticaron cáncer de colon en 2008 y vi lo que tuvo que pasar con la quimioterapia, así que decidí poner las cosas en manos de Dios y continuar con el seguimiento. Según mi última evaluación, el 20 de noviembre de 2014, ahora estoy libre de cáncer. Por las características de este cáncer, necesitaré seguimiento durante dos años. Hasta el momento, las cosas se ven bien.
Cuando mi padre tuvo cáncer, las noticias nunca salieron de la familia. Después de decidir que no recibiría quimioterapia, no pude dormir por varios días. No podía dejar de pensar en que no quería que mi experiencia fuera como la de mi padre y vivir el resto de mi vida sin que nadie lo supiera fuera de mi familia.
Luego me di cuenta de que tal vez parte de la razón por la que me salvaba de la quimioterapia es que debía cumplir un propósito en la vida. Tenía que estar ahí para mostrarles a otros lo que mi médico me había mostrado a mí cuando tenía 18 años. Si no hubiera sido por él, quizás no hubiera detectado mi cáncer a tiempo.
Quiero que todos los hombres y todas las madres solteras con hijos varones sepan que esto está afectando duramente a los hombres negros, a los latinos y a los de otras minorías, como yo. Existe cierto machismo entre los hombres latinos. Aunque sientan que algo no está bien, prefieren ignorarlo por temor a ser emasculados. Yo quiero derribar ese muro y educar a la gente. Siempre que estoy con un grupo grande de hombres, ya sea en la cancha de baloncesto o en la peluquería, hablo de esto.
Ese enfoque en la educación también forma parte de mis objetivos profesionales. Estoy estudiando para ser planificador financiero. Quiero contribuir a que los hombres de color estén mejor informados en cuestiones económicas y de salud. La tarea de difundir información en esta comunidad de hombres tal vez no sea fácil, pero como decía mi padre: “La montaña no viene a ti, tú tienes que ir a la montaña. Y cuando llegues, tienes que subir un escalón a la vez”.
Más Recursos (solo disponibles en inglés)
Cáncer Testicular – Instituto Nancional del Cáncer